¿Para qué vida estamos preparando a nuestros hijos?
Uno de los temas más frecuentes —y que más preocupan a muchas mujeres en terapia— es la crianza de los hijos. La preparación para la vida adulta. Como mamá, este también ha sido uno de los temas que más me moviliza.
Sin duda, quienes elegimos hacernos cargo de la responsabilidad de ser madres o padres (porque, tristemente, no todos lo hacen) actuamos desde el amor, con las herramientas y conocimientos que tenemos disponibles en ese momento.
Tengo tres hijos: dos mujeres de 24 y 19 años, y un preadolescente de 13. Cada uno representa un capítulo diferente en mi historia. Fui madre adolescente a los 17 años. No tenía ni idea de cómo ser mamá. Cuando mi hija Sabrina nació fue un reto para ambas, para ella el tener que enfrentarse a la inexperiencia y a la nada de preparación que tenía su mamá y para mi desde aprender a cambiar un pañal, alimentar, educar, etc. sin embargo recuerdo mi mayor temor en la vida era decirles a mis papás que estaba embarazada y así, crecimos juntas: ella en edad, y yo en experiencia… y también en edad.
Cuando Ela nació, mi segunda hija, yo contaba ya con algo de experiencia en la maternidad, aunque el matrimonio enfrentaba dificultades. Sin embargo, contaba con apoyo de su papá, además comenzaba mi vida laboral formal en el área de restaurantes. Para cuando Isaac mi hijo menor nació, el escenario era completamente distinto: madre soltera, con dos hijas criadas y mucha más seguridad interna.
Con esto quiero decirte, querido lector: aunque mis tres hijos nacieron del mismo vientre, ninguno tuvo a la misma madre.

Cada uno ha sido un reto distinto porque son personas diferentes. Pueden compartir ciertos rasgos de temperamento —que es genético—, pero su carácter es único, moldeado por sus propias vivencias con las personas que los rodearon, tanto adultos como con sus iguales, y la manera en como interpretaron esas experiencias. El carácter, como la plastilina, se va formando, y aunque su base se moldea principalmente en la adolescencia y juventud, incluso como adultos podemos seguir transformándolo.
En consulta y en charlas con otras mamás, surge una pregunta constante: “¿Cómo prepararlos para la vida?”
Pero… ¿para qué vida?
¿Les enseñamos a discernir entre lo correcto y lo injusto? ¿A poner límites? ¿A reconocer el abuso, incluso cuando se disfraza de permisividad? Porque sí, el abuso también se comete desde la permisión.
El adolescente no es un problema, sino una persona en desarrollo.”
— Jesús Amaya Garza, especialista mexicano en adolescencia y desarrollo humano.
Hoy, en pleno siglo XXI, seguimos enfrentando horrores: desapariciones, violencia e indiferencia social. Aceptamos vivir en un mundo asì, normalizando conductas o comparando con nuestra propia época. ¿Por qué esperamos a que las cosas sucedan para actuar? O jugamos tirar una moneda al azar diciendo: A lo mejor no pasa nada cuando la realidad es que nadie esta exento de vivir en alguna de las muchas formas existentes de violencia.
Cuando un adolescente está cometiendo alguna clase de bullying a otro de sus compañeros o incluso lo amenaza de muerte. ¿Por què elegir pensar que son cosas de adolescentes, (chavaladas dirán algunos milenials)? cuando las señales son claras: agresión física, intimidación y amenazas, por parte del perpetrador o perpetradores para humillar o transgredir emocionalmente. Cabe mencionar que algunos comportamientos pueden ocurrir por única vez y aún asì alteran la convivencia escolar sana y pacífica. A esto se les llama conductas de riesgo, los comportamientos desafiantes u hostiles provocan una ruptura de las actividades individuales y grupales dentro y fuera del salón de clases afectando las relaciones interpersonales y el desarrollo sano de quien es agredido (a).
- Acoso social: Consiste en lesionar emocionalmente las relaciones de una alumna o un alumno con otro u otros, aislarlo, no tomarlo en cuenta o marginarlo. Puede ser directo o indirecto, como divulgar rumores acerca de sus actividades personales y avergonzarlo en público.
- Amenaza física: lastimar u ocasionar lesiones corporales a otro u otros, o deteriorar sus pertenencias. Incluye golpear, patear, pellizcar, escupir, hacer tropezar, empujar, tomar, romper o esconder sus cosas, hacer gestos desagradables o inadecuados con la cara o las manos.
- Amenaza verbal: palabras desagradables o agresivas cuya intención sea humillar, amenazar o intimidar al otro.
La adolescencia es el momento de descubrir quién soy cuando nadie me está mirando.”
— Gisela Untoiglich, psicoanalista argentina especializada en adolescencia y subjetividad.
La pregunta es inevitable: ¿para qué vida estamos preparando a nuestros hijos?
No basta con enseñarles a enfrentar la vida. También debemos enseñarles a huir de aquello que amenaza su integridad física, emocional y moral. A reconocer el miedo como una emoción válida, que cumple una función evolutiva: sobrevivir. No es lo mismo huir que evadir. Cuando había que escapar de algún animal que ponía en peligro la vida, la respuesta era el miedo y por ende la acción de huir, para ello todo el cuerpo se prepara.
El cerebro produce cortisol y adrenalina, enviando la señal al corazón para que empiece a bombear sangre mucho más rápido hacia las extremidades, a las piernas para poder correr. Hoy día nuestro cerebro sigue interpretando cualquier tipo de amenaza física o verbal como un animal que esta apunto de atacar.
Huir y Evadir son diferentes cosas.
- Evadir es evitar o eludir con habilidad. Desentenderse de una preocupación o inquietud. Librarse de algo con habilidad
- Huir es alejarse deprisa por miedo o peligro.. Alejarse deprisa, por miedo o por otro motivo, de personas, animales o cosas. Apartarse de algo malo o perjudicial. Marcharse, en general, rápidamente, por temor.
¿Por qué no enseñamos que el miedo puede ser sabio? Que si algo pone en riesgo su vida o dignidad, es momento de escucharlo y actuar.
Claro que hay que enseñarles a enfrentar lo injusto, a asumir y responder por consecuencias de sus decisiones Pero no deben cargar con lo que no les corresponde con algo que no esta en sus manos como la educación o las enseñanzas que otro adolescente pueda estar llevando que puedan estar provocándole conductas de riesgo o debido a ello acose a otros compañeros.
Como Psicóloga entiendo que si un adolescente o niño tiene este tipo de conductas muy probablemente lo este viviendo en carne propia, de algún lado lo esta aprendiendo ya sea desde la práctica, la permisión o desde algún trastorno de la conducta como el trastorno negativo desafiante.
La serie Adolescencia nos recuerda que todos formamos parte del sistema. La escuela donde hay situaciones de abuso e incluso muestra la omisión de respuesta de algunos maestros, los vecinos asumiendo y justificando la conducta tanto de Jaime como de la niña quien fuera su victima. Vemos un sistema que ignora señales evidentes, y un adolescente que no distingue entre la vida y la muerte. Jaime no entendía que sus acciones causaron la muerte de su compañera. ¿Cuántos “Jaimes” hay allá afuera?
Cuando hablamos de adolescentes, hablamos de jóvenes que apenas están comenzando a vivir. Nosotros, madres, padres y cuidadores, somos responsables de lo que enseñamos… y de lo que no enseñamos. Por eso, aunque hacemos lo mejor que podemos con lo que sabemos, también tenemos la responsabilidad de querer y buscar herramientas para hacerlo mejor.
Educar no es solamente dar amor o aquello que nosotros los padres no tuvimos en la infancia. Es formar con límites, con claridad, con presencia. Es enseñar que golpear, amenazar o causar daño nunca es la solución. Y que la indiferencia —como adultos o como sociedad— no puede seguir siendo la respuesta.
Si normalizamos el daño, entonces lo único que estamos enseñando… es a repetirlo.
Si sientes que la crianza te rebasa, que repites patrones que juraste no repetir, o simplemente quieres educar desde un lugar más sano y amoroso…
la terapia es un acto de amor, no solo hacia ti, sino hacia quienes te rodean. ✨ Ser mamá o papá no viene con manual, pero sí con la posibilidad de hacerlo mejor cada día.
Tus hijos no necesitan padres perfectos, necesitan padres presentes, conscientes y dispuestos a mirarse por dentro.
🔸 Comienza por ti. Tus hijos aprenderán más de lo que haces que de lo que dices.
📩 Escríbeme para agendar tu primera sesión. Estoy aquí para acompañarte.
Fuentes: Acoso Escolar, qué es y cómo identificarlo https://www.gob.mx/sep/articulos/acoso-escolar-que-es-y-como-identificarlo#:~:text=Para%20que%20se%20considere%20acoso,para%20humillar%20o%20transgredir%20emocionalmente Google: Diferencia entre huir y evadir https://www.google.com/search?q=Diferencia+entre+evadir+y+huir&rlz=1C1ALOY_esMX998MX998&oq=Diferencia+entre+evadir+y+huir&gs_lcrp=EgZjaHJvbWUyBggAEEUYOTIKCAEQABiABBiiBDIKCAIQABiABBiiBDIKCAMQABiABBiiBDIKCAQQABiABBiiBDIKCAUQABiABBiiBNIBCjEwMzU3ajBqMTWoAgiwAgHxBUhm9xHUQMMC8QVIZvcR1EDDAg&sourceid=chrome&ie=UTF-8

