Un paso atrás justo cuando ibas avanzando…
Ir a terapia es un acto de valentía. No solo porque implica pedir ayuda, también porque es mirar dentro de uno mismo con honestidad. Sin embargo, no siempre es un camino lineal: muchas personas inician un proceso terapéutico con ilusión y compromiso, pero en algún punto… dejan de asistir.
A veces por miedo, otras por incomodidad, por tiempo, economía o incluso porque creen que ya están bien. Pero ¿qué pasa realmente cuando se abandona un proceso terapéutico antes de tiempo?
Se considera abandono terapéutico cuando una persona interrumpe su proceso antes de que el terapeuta considere que los objetivos se han alcanzado o sin acordar formalmente un cierre. Esto puede suceder de forma activa (cuando el cliente comunica que no continuará) o pasiva (cuando simplemente deja de asistir sin avisar).
La terapia debe tener un principio y un fin.
La terapia, como todo proceso de cambio, tiene un principio y un fin.
Desde las primeras sesiones se establece un acuerdo terapéutico, donde se define el motivo de consulta, los objetivos y el número aproximado de sesiones, ya sea de forma verbal o escrita. Esto ayuda a crear compromiso y claridad sobre el proceso entre ambas partes.
En la práctica, se suele considerar abandono cuando:
- El paciente no asiste a 2 o 3 sesiones seguidas sin reprogramar.
- No responde a mensajes o llamadas durante 2 a 4 semanas.
- No completa el número de sesiones acordadas ni participa en el cierre. (Beck, 2011; Dobson, 2019)
¿Por qué las personas abandonan la terapia?
Las razones son muy diversas, pero algunas se repiten con frecuencia como:
Resistencia al cambio
- Justo cuando aparecen los avances, surgen también las incomodidades.
El crecimiento personal no siempre se siente bonito: remover lo que duele requiere valor.´´
Miedo a confrontarse
- Mirar la propia historia y asumir responsabilidades puede ser abrumador.
Algunas personas prefieren evitarlo.
Expectativas irreales y Creencias erróneas sobre la terapia
- Creer que el cambio será rápido. Creer que una o dos sesiones resolverán años de conflicto. Como suelo decir: ¿cómo esperas que en dos sesiones se resuelvan años de historia emocional?
- Creer que el terapeuta dará soluciones y que estás serán «mágicas. ´´
- Pensar que “solo los locos van al psicólogo” o que “ya con hablar una vez basta”.
La terapia no es solo hablar, es trabajar activamente sobre lo que duele y transformar lo aprendido. - Dificultad para reconocer el progreso: a veces sí hay avance, pero no lo perciben porque no se les ayuda a observarlo.
Falta de confianza o conexión con el terapeuta
- El vínculo terapéutico es clave. Si el cliente no se siente comprendido o cómodo, probablemente no vuelva.
Motivos prácticos
- Falta de tiempo, cambios laborales o económicos, mudanzas, pérdidas o nuevos proyectos.
La vida pasa, y a veces eso interrumpe procesos importantes.
No cumplir con actividades entre sesiones
- La terapia no se limita al consultorio.
- Si no se practica lo trabajado fuera de sesión, los avances se detienen.
- Es como dejar un tratamiento médico infeccioso a la mitad: muy probablemente los síntomas regresen y regresen con mayor intensidad
Las consecuencias de abandonar la terapia
Interrumpir el proceso sin cierre puede tener efectos importantes:
- El problema inicial puede agravarse o repetirse.
- Aumenta la posibilidad de recaídas emocionales o conductuales.
- Se puede perder la confianza en uno mismo, al sentir que “otra vez no se logró”.
- Se mantiene el patrón de evitación: cuando algo duele, se huye.
- Se interrumpe el aprendizaje de habilidades de comunicación, autocuidado o límites.
- En terapia de pareja o familia, el abandono de uno afecta a todo el sistema
En resumen: Sentirse mejor no necesariamente quiere decir estar mejor, es un indicador de que el trabajo que se está realizando tanto en terapia como fuera de ella está funcionando, pero el proceso no ha concluido.
¿Por qué los psicólogos no buscamos activamente a los pacientes?
Porque acompañamos, no convencemos.
La terapia funciona solo si parte de la voluntad libre del cliente.
Si el terapeuta insiste, presiona o busca de manera reiterada, se rompe el principio de autonomía.
Nuestro papel no es que el cliente regrese, sino dejar la puerta abierta con respeto, por si decide hacerlo.
Enviar un mensaje breve y empático está bien; insistir varias veces no lo está.
El seguimiento clínico debe ser profesional y limitado, con intención terapéutica, nunca persuasiva.
Como psicólogos, confiamos en la capacidad del otro para decidir, incluso cuando esa decisión sea detenerse. A veces las personas se alejan justo cuando están comenzando a notar cambios, y aunque no lo sepan, eso también forma parte de su proceso personal.
Cada quien avanza a su propio ritmo, y la puerta siempre puede volver a abrirse cuando estén listos para continuar.
Si alguna vez dejaste la terapia…
A veces necesitamos una pausa para asimilar, respirar o simplemente seguir el ritmo de la vida.
No te castigues por es
Pero si sientes que algo sigue sin resolverse, que las mismas emociones o patrones vuelven, tal vez sea momento de retomar tu proceso.
La terapia no es un castigo, es un regalo que te haces a ti mismo: un espacio para comprenderte, sanar y construir una vida más consciente.
Nunca es tarde para volver a hacerlo.
Cada sesión es una nueva oportunidad de conocerte mejor y reencontrarte contigo.
Si este tema te hizo reflexionar o sentiste que describía una parte de ti, tal vez sea momento de volver a cuidar tu salud emocional.
La terapia no se trata de ser fuerte, sino de aprender a acompañarte en tus procesos con amor y consciencia.
En Equvita encontrarás un espacio cálido, profesional y humano para hacerlo.
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Porque retomar tu proceso también es una forma de avanzar.
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Rebeca Rico 